Para mantener el nivel de consumo y producción actual, se requieren cinco planetas tierra. Evidentemente la cuestión de la sustentabilidad está en el foco de la atención de la humanidad, y debería estarlo en todas las organizaciones.

¿Qué es la economía circular?
La economía circular es un paradigma que se propone cambiar la forma en que producimos y consumimos. Frente a la economía lineal: extracción, producción, consumo y desperdicio, la economía circular incentiva un flujo constante, una solución virtuosa, en la que los residuos puedan ser utilizados como insumos para reingresar al sistema productivo. De esta manera, reducimos nuestros desechos y extraemos menos bienes naturales del planeta.
Según publicaciones del Gobierno Nacional (2022), en Argentina se genera un promedio de 45.000 toneladas diarias de residuos sólidos urbanos, lo que equivale a una tonelada de basura cada dos segundos. Esto tiene un impacto negativo en el ambiente. Los rellenos sanitarios utilizados en centros urbanos para la disposición de los residuos domiciliarios son grandes fuentes de gases de efecto invernadero (GEI), principalmente metano, un gas 21 veces más reactivo que el CO2 en relación al cambio climático.

A continuación, les presentamos las principales seis conclusiones y recomendaciones transversales del BID (2023), relevantes para facilitar la movilización de recursos financieros hacia proyectos de economía circular:

  • La categorización es un instrumento vivo y en constante proceso de retroalimentación, que debe ser actualizado para reflejar la evolución de la economía circular, el marco normativo y la regulación relevante en el contexto local.
    Se debe facilitar el trabajo del empresario para transitar hacia una economía circular por medio de programas o un laboratorio de economía circular.
  • Los bancos deberían insertar la noción de economía circular en su ADN, partiendo por su gobierno corporativo, y generar capacidades internas e indicadores de desempeño que motiven su adopción. Al mismo tiempo se deberían compartir conocimiento y experiencias relevantes a nivel de las asociaciones de bancos y actores, para promover la transición hacia la economía circular.
  • La transición hacia una economía circular es compleja, por lo que avanzar en etapas es lo más razonable. Se recomienda a los bancos enfocarse en aquellos materiales y recursos en donde su portafolio esté concentrado (ej., plásticos, metales, biomasas) y en donde existan facilidades, como, por ejemplo, las políticas de gobierno que fomenten la adopción de prácticas circulares en ciertos sectores o cadenas de valor.
  • Para acelerar el involucramiento de las pymes en la transición hacía la economía circular, con apoyo del gobierno, se podría crear una línea especial, que les brindaría asistencia con recursos reembolsables y no-reembolsables (por ejemplo, con capacidad técnica y acceso a recursos de crédito).
  • El gobierno podría impulsar la transición hacia una economía circular a través de las compras estatales y el desarrollo de condiciones habilitantes; por ejemplo, mediante marcos regulatorios coherentes o iniciativas como el laboratorio de economía circular, entre otros.